Un
cajón, el de la Historia, vacío o sin orden, en el que sólo hemoscambiado el continente, pero no el contenido.
De este modo, como
ejemplo: seguimos y seguiremos utilizando el Repertorio del
Medievalismo Hispánico[32],
ahora en su formato digital, pero no seremoscapaces
emergernos de sus limitaciones e introducirnos en las multi-
búsquedas que nos alejen de la microhistoria o del localismo
preponderante en las publicaciones consideradas como cerradas ytradicionales. Un paso para ganar tiempo, pero
para perder del mismomodo el vagón
de la renovación científica[33]
de las nuevas estructurasque comparecen.
IMAGEN
7. Repertorio del Medievalismo Hispánico - Búsqueda[34].
Sin
duda, basándonos en nuestro estudio y en el análisis de las
tablas que nos acompañan[35],
recogemos detalladamente, todos aquellosaspectos que consideramos imprescindibles,
para enjuiciar o no unbuen devenir
entre las relaciones de nuestra disciplina, los avances y la
utilización de los nuevos medios de comunicación científico-social.
Comparando las
Tablas I y II
adjuntas, podemos observar claramente, la
importancia en red de los términos medievales en lengua anglosajona,
siendo situación más que habitual para el resto de las ciencias. De todos
modos, nos llama la atención, como existe una diferencia a destacar en
las mismas, en la segunda de las búsquedas (véase Tabla II), los
términos hispanos, dejan de ocupar el tercer lugar en número deentradas. A nuestro entender, el castellano[36]
crece en su nivel deutilización
en las nuevas tecnologías, pero a nivel – digamos quecientífico – académico, se deja de la lado,
la utilización del mismo. Por
tanto, de las entradas aparecidas en esta lengua, relativamente pocas omuy
pocas poseen una verdadera utilidad para el medievalista del siglo
XXI.
IMAGEN
8. Universidad de Sevilla – Departamento de H. Medieval[37].
En
esta sociabilidad, como puede apreciarse, se puede observar
una casi nula o nada provechosa utilización por la mayoría de medios de
representación del medievalismo académico y universitario:departamentos
y áreas de conocimiento. Siendo, un elemento
de
carácter tecnológico, que a la vista puede y está transformando
totalmente, todos los niveles del proceso educativo, metodológico,
epistemológico, así como el desarrollo cognitivo y comunicativo[38].
Pero
en la praxis, no consagra una verdadera aceleración acorde con los
tiempos que vivimos.
Desde
los ámbitos universitarios hispánicos, la Edad Media
proporciona un desolador panorama resumido en la Tabla III[39]. La
gran
mayoría de opciones consultadas, bien sea el listado de novedades por
áreas, los sumarios de revistas, índices de publicaciones,… no existen o
están del todo incompletos. Nos hemos anclado – en el mejor de los
casos – en una simple postal coloreada que indica la dirección de
contacto a la que acudir, pero que no ofrece más novedades ni nuevas
sobre la situación en cada una de las universidades analizadas, tampoco
información detallada sobre los investigadores y sus líneas, y mucho
menos, sobre los actuales procesos hipotéticos desarrollados en los
mitificados grupos de investigación que se articulan a lo largo del
estado.
IMAGEN
9. Universidad de Valladolid – Departamento de H. Medieval[40].
Resumiendo
la consulta realizada, podemos afirmar que en elconjunto
de las áreas o departamentos de conocimiento de HistoriaMedieval
que hemos consultado ofrecen algún tipo información en red.Pero
¿qué bajo que pautas?, salvo algunas excepciones no del todocompletas,
el – denominemos – testimonio se reduce a un listado delprofesorado
(81%) y asignaturas que el mismo imparte (59%), sinofrecernos
una información detallada del mismo, con un currículoactualizado,
así como un completo listado de personal becario yalumnos
de tercer ciclo incluidos en el proceso científico, tablas que soncompletadas
positivamente con una dirección de contacto y poco más.El
resto de la consulta, nos deja unos resultados más que inseguros onegativos.
Las
publicaciones[41] por área de conocimiento no suelen estar alalcance
de todos, y su divulgación por internet, consideramos que es unpunto
necesario y vital para la difusión de las experienciasmetodológicas
y epistemológicas adquiridas en los centros alejados operiféricos
de los grandes circuitos de edición. Si además,
encontramosque
tan sólo un 16% detallan a modo de epítome o relación delcontenido
de actas, congresos y revistas, será necesario detenernos enel
tiempo hasta que podamos encontrarlos en los lentos y tradicionalescanales
de clasificación sumarial. Si comparamos estos datos, con lasestrategias
llevadas a cabo por las revistas culturales españolas,obtenemos
una amplia desventaja entre la distribución del contenidohistórico-humanístico
y el contenido cultural en su vertiente másseria[42].
Los
grupos de investigación no suelen aparecer, y tan sólo lohacen
en un 31% de las páginas, porcentaje bajo, al que debemosañadir
que éstos no nos remiten a otras hojas complementarias sobrelas
publicaciones, metodología, memorias y demás actividades quedesarrollan.
Ni conocemos la estructura de los mismos, ni hacia dóndese
encaminan y mucho menos las conclusiones de los trabajossubvencionados
por la “vanguardia” de la investigación y el desarrollo,glosado
durante varios años la interminable lista de estudios localistaspoco
o nada concluyentes. La situación aún se complica más, sipretendemos
acercarnos a las utilidades a modo de enlaces (22%),materiales
complementarios o contenidos al margen de lo estrictamenteacadémico
e institucional, como las novedades (0%). Y si aúnpretendemos
avisar o advertir la situación, sería necesario enviarmisivas
que seguramente caerían en saco roto, puesto que tan sólo el10% de los portales – por denominarlos de alguna manera – poseenbuzones
de sugerencia. En definitiva una situación, la de los estudioshumanístico,
poco o nada halagüeña en relación con las nuevasmetodologías
y tecnologías científicas, que podría aún complicarse mássi
descendemos hacia los niveles de la educación más elemental[43].
Siguiendo
nuestra hipótesis de trabajo, consideraríamos más queoportuno
la actualización y renovación de todos estos aspectos vacuos,que
deberían – de manera necesaria – complementarse, con lautilización
de puntos de encuentro, como medievalismo u otros forosnecesariamente
más afanosos y amplios, en los que poder concentrar yaunar
esfuerzos, comunidades virtuales[44]que sean capaces de generaralternativas
y expectativas en torno a foros digitales y reuniones físicas,noticias
diarias y debates constantes. Este sentido estético de la vida yde
las ciencias sociales, no está hecho, como si de un humanismobarroco
multilateral se tratase, tenemos que hacerlo nosotros mismos.
O
bien afrontamos la alteridad, o volveremos nuevamente a lapublicación
literada y beneplácita en la que algunos se sienten tancómodos.
La mutación, tarde o temprano será obligada, y éstaconllevará
cambios en la metodología, epistemología y diversos modosde
hacer y escribir la historia; el nuevo paradigma está en marcha.
33
Utilizamos
el concepto de mutación o renovación paradigmática elaborado por Kuhn (La
estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica,
Madrid, 1975)
.
36
Realizando
una búsqueda en la segunda lengua del estado, la catalana, utilizada por más
desiete
millones de habitantes según el Institut d’Estudis Catalans, el término
“medievalisme”, tansólo
nos aparece 202 veces (Consulta realizada el día 28/01/05, en el buscadorhttp://www.google.es).
38
JONES-NERZIC,
Richard: “La enseñanza de la historia en un aula con ordenadores portátiles”,Íber. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia [Barcelona],
41 (2004), pp. 97-107.
41
Tan sólo el 28% de las páginas posee un enlace sobre las publicaciones del área.
42
De los contenidos incluidos en las páginas web de las revistas culturales españolas:
14 poseensólo
sumario; 29: sumario y boletín de inscripción; 11: sumario, suscripción y artículos;
y 26 delas
mismas poseen edición electrónica. Fuente:
Las revistas culturales e internet. Guía paraadentrarse
en las posibilidades del nuevo sistema de comunicación, ARCE – Ministerio deEducación,
Cultura y Deporte y Ciencia, Madrid <edición electrónica:
http://www.arce.es/media/documents/default/Informe_Internet.pdf>.
43
Hemos preferido no introducirnos en un universo aún más complejo, la Educación
Secundariay
el Bachillerato Humanístico. Para ver algunos ejemplos que se están planteando:
HERNÁNDEZSÁNCHEZ,
Fernando; LÓPEZ DONCEL, Almudena: “Internet y la Didáctica de la
Historia”, Íber.Didáctica
de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia [Barcelona], 31 (2002), pp.
18-23; PRATS,Joaquim;
ALBERT, J. Miquel: “Enseñar utilizando Internet como recurso”, Íber. Didáctica
de lasCiencias
Sociales, Geografía e Historia [Barcelona], 41 (2004), pp. 8-18; o para el caso
de laHistoria
Antigua: GÓMEZ-PANTOJA, Joaquin; LÓPEZ TRUJILLO, Miguel A.: “En las redes de
Clio. HistoriaAntigua
e Internet: un caso práctico”, Memoria y Civilización. Anuario de Historia [Pamplona],
1(1998),
pp. 79-96.
44
BREA, José Luis: "Online comunities",
Tranversal. Revista de Cultura Contemporània [Lérida], 13 (2000), pp. 64-69.